Capítulo uno: Sleeping (durmiendo)
Sola, como si el mundo se hubiera vuelto contra mi. – así es como me sentía cada día- Como si una parte de mi se hubiera perdido con ellos. Desearía tanto volver atrás, dejaría todo solo con tal de volver unos meses y cambiar todo. ¿Cómo es que cada decisión por más simple que parezca, es de lo más significativa?
Y otra vez estaba llorando. ¡Vamos, basta! Debí decirme, pero era imposible. Y ver las nubes, y yo... sobre ellas, solo empeoraba la situación. “Desearía poder tirarme del avión”, pero era imposible. Y sabía también en el fondo de mí, que era demasiado cobarde para hacerlo, o para enfrentar cualquier desafío que se me presentara. Además, si de todas formas lo hiciera… que vendría después? La muerte…? Existía? Morir era el fin de todo? Así parecía ahora, a pesar de que siempre supe que no lo era. Por eso no sacaba nada con tirarme de ninguna parte. Y entre nuevas lágrimas que rodaban por mis mejillas, me dormí, esperando no volver a soñar con lo que tanto temía: la realidad.
Escuché muchas veces decir, nueva casa; nueva vida. Pero de verdad quería una nueva vida? O prefería aferrarme a los recuerdos y vivir para siempre en penumbras? Además, de ser por mi... no. De ser por mi, me hubiera muerto hace rato.
Busqué mi equipaje, y salí al estacionamiento del aeropuerto, donde vi la conocida camioneta roja de la familia Anderson. Junto a ella, mi tía, mi tío y mi prima.
Por qué no puedo ser normal? O no… más bien dicho, desearía ser anormal. Soy demasiado normal. Si no fuera normal no sufriría por todo esto. Pero es demasiado difícil simplemente.
Intenté corresponder a la sonrisa de ellos. No pude.
- Samantha! – Liz me abrazó con fuerza, y la imité, pero con debilidad. Antes me hubiera puesto a saltar con ella de felicidad. Ya no. No soy la de antes.
- Como estás cariño? – preguntó mi tía Susan, y no pude contestar. Solo imité una sonrisa, que no resultó supongo. Lo único que deseaba era no largarme a llorar.
El camino a la casa estuvo normal. Me atestaron con preguntas sobre el viaje, el avión, el aeropuerto, Helen, la escuela… menos de lo esencial. Sabían que prefería no hablar de eso. Ya me habían visto diferente.
Liz me guió a mi nueva habitación, junto a la suya, solo las dos en el segundo piso de la casa. Estaba pintada simplemente de blanco, y con un par de cuadros, un escritorio y un closet para mi ropa. Y algo hermoso, es que tenía balcón.
Comencé a desempacar con ayuda de mi prima, y luego ambas nos recostamos sobre el cobertor.
- Será genial que vivas acá! Lo pasaremos genial. Además, tendremos muchas clases juntas en la escuela, y…. – solo la escuchaba, como un zumbido lejano. Casi nunca podía concentrarme. Y menos compartir su entusiasmo.
- Vamos Samantha...arriba el ánimo!
Suspiré, y otra vez forcé una sonrisa. Estaba tan acostumbrada a fingir…
- Mucho mejor! Ya verás que todo saldrá BIEN. Vamos a comer…
BIEN…. ¿qué es bien?
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Desperté agitada, como todas las noches. Acaso nunca pararía? Intenté regularizar mi respiración, y secar las lágrimas de mis mojadas mejillas. Pero seguían apareciendo, sin yo poder evitarlas. Simplemente no puedo enfrentarlo.
Por más que me lo he repetido, no puedo. Han pasado meses, y aún sueño con eso todas las noches.
No dormí más hasta la mañana siguiente. Como de costumbre, me bañé temprano, me vestí y dejé mi cabello. Luego, maquillé mis ojeras, para disimularlas, y apliqué algo de rubor para no hacer notar mi palidez. A propósito…quien es la del espejo? Soy yo en realidad? No lo creo. Debe ser el fantasma de lo que alguna vez fui. Ya entiendo a los demás, por que ni yo me reconozco. Es como si mi cuerpo fuera solo el envase de lo que antes fue mi personalidad, y que ahora, pudiera ver a través de la piel y no viera nada dentro de mí. Vacío.
Entonces recordé maquillar la cicatriz en mi sien.
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¡Hola! Me presento soy Nicole, la escritora. Solo quiero decirles que espero que les guste la novela y no duden en dejar comentarios. La verdad no he tenido tiempo de hacerle una buena revisión a estos capítulos, aún así espero sus críticas constructivas y otros.
¡Gracias!
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